Moustaki
Muere Georges Moustaki. “Y así acaba una vida extraordinaria”, titulan los obituarios. Los textos de estos días recuerdan canciones, luchas, mujeres, el tempo. No me tocaron los años esos de la revolución en la calle, las guitarras, las anfetas, los baños en Ibiza, Le Métèque, ma liberté. A mi se me impregnó la oscuridad del postpunk de los 80’s. Pero siempre me agradó ese abuelo mediterráneo con pinta de anarquista. Garante de la vida sin prisa, sibarita del aceite de oliva, del vino tinto, los siete mares, las mujeres, los hijos, del viaje constante, amante de la pintura y los libros. Vivía en la Ille de Sant Louis, en el corazón de París, como un naufrago anacoreta. Decía Jesús Ferrero que no era difícil cruzarse con Moustaki por las calles de la Ille en el París de los 70’s. Siempre vestido de blanco, en honor a los dioses del Candomblé. Amable, solitario, saludaba a sus vecinos y partía una y otra vez hacia Theos. El suyo era un arte de la vulnerabilidad. Un arte austero hecho de ...