HUMUS (nouvelle, 2010)



La literatura performance es mentirosa, se escribe y se rescribe, es acción, y se deja llevar por los vientos. No es exactamente literatura, es humus. Bien, les confieso, esta "literatura" no tiene principio ni desenlace. Luego no me vengan con demandas. Sólo hay nudo. Se irán sumando los capítulos, los relatos, las crónicas, los post o lo que quieran que sean estos ítems, hasta que la "novela" quede definitivamente incompleta. Navegar, avanzar, perder una y otra vez, sobrevivir un tiempo.

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Cronología





































1.- Foto del abuelo Eduardo (1940).

Es la única foto que conservo del abuelo Eduardo. Nunca atendí mucho a la vida de los abuelos maternos. Apenas se le ve la cara. Cierto dolor gallego viene del abuelo Eduardo. Lo supe mucho más tarde, cuando un analista me puso en el camino de Madre. Creí que el arte arrancaba del peso de las corbatas paternas, pero sucesivas crisis sentimentales me pusieron en la pista de Madre. Al abuelo Eduardo se lo llevó una Guerra, la tuberculosis, la mala vida. A Madre la lanzaron a una infancia de vacíos abandonándola de padres, cerrando su niñez en un hospicio podrido, condenándola al frío. Madre me inculcó los miedos y la rabia. Busqué el abandono y el hielo. Busqué el norte de mis genes gallegos. La foto del abuelo Eduardo me parece la foto más triste del mundo.








































2.-Folleto de los film Cinexin (1973).

La emoción de la imagen en movimiento. El manejo de Charlot con manivela. El traqueteo de la bobina al encallarse. Un cuarto oscuro. La habitación de la infancia. Yo he compilado, ya siendo adulto, casi toda esa filmografía en rizo de las tardes del ayer, cuando correteaban Donald y Pluto, Tom, Jerry y el Pájaro Loco. He vuelto a ver sobre una pared en blanco, el haz de luz de las varias eternidades del cine; he visto a Chaplin atleta, a Charlot patinando perseguido por un ogro de enormes bigotes. El Cinexin me permitió ralentizar el pase, ver fotograma a fotograma, volver atrás, acelerar a los actores, comprender, en definitiva, la magia del instante, el tiempo como sucesión, el acto como bucle, la vida como círculo.



3.-Folleto de la primera exposición que vi de Philip Guston (1989).

Hubo un tiempo en aquella Barcelona que me condujo a las artes, en el que los palacios albergaban museos, las noches princesas y los desvanes talleres de artista. En el palacio de los Macaya vi por primera vez los trabajos de un dibujante descarado, capaz de asociar las iconoclastias del underground americano con los lirismos de Piero della Francesca. Guston me mostró el trazo, la fuerza de la línea sobre un papel en blanco.

Tenía el dibujo, tenía un agujero en las herencias, tenía la certeza de la magia de la luz en movimiento... nada más hizo falta para caer en el arte. Dejé los estudios de arquitectura, dibujé durante semanas los pasillos del barrio Gótico, bebí mezcal y anises fuertes. Hubo un tiempo en Barcelona, encerrado en un desván, cuando las princesas de la noche lo permitían, en que fue fácil ponerse a dibujar a brochazos.








































4.-Traslado de expediente y admisión en la facultad de Bellas Artes, tras el paso por la escuela de Arquitectura (1989).

Y claro... en el bar de la Facultad de Bellas Artes había crestas de colores, pantalones de cuero, manos callosas, zapatotes con manchitas de pintura... en la Facultad de Arquitectura, aquella estúpida moda de los flequillos engominados, de hombres vestidos de negro con birrete y un disco de Michael Nyman bajo el brazo. En la Facultad de Arquitectura no había quien follara y los profesores eran grises y engreídos, y todo era un coñazo. Mientras, en la Facultad de Bellas Artes, Pere Lluís Plà Buxó se despelotaba y expulsaba grosella por unas perillas que simulaban ser sus testículos, y todo eso se llamaba performance, y Myriam Rubio diluía las letras de su nombre en ácido sulfúrico y BZ tocaba la guitarra eléctrica dentro del ascensor. Y Genís Cano, y Fernando Hernández, Alberto Cardín, Ferràn Garcia Sevilla, Hernández Pijouan, Luis Doñate, el profesor Monterde, Anna Maria Guasch,...



5.- Mueble Monstruo (1993) Intento fracasado de hacer una escultura.

Le perdí las ganas a la pintura. Los lienzos cada vez eran mayores, como si necesitara caminar sobre ellos, o pintaba las paredes, o fotografiaba y luego manipulaba imágenes. Caminaba, dibujaba cuadernos a todas horas. Descarté casi todas las disciplinas (no sin antes probarlas). Lo mío era el acto por encima del objeto. Y tuve un atelier enorme, y galería de arte, y muchas preocupaciones. Trabajé delineando planos para los fastos del 92. Me enamoré de P, la más lacaniana de las mujeres astur-leonesas. Y estaba cansado de naufragar un poco todos los días, de no saber que coño de artista era.

Las obras se han de explicar por sí mismas- decían los profesores. Pero a mi me salía mejor hablar de ellas que hacerlas. Muchas de las mejores cosas que pasaron en aquel tiempo se desvanecieron para siempre como el humo que fumó Duchamp.



6.- Texto P (1995).

Con todas esas obras desvencijadas por el fracaso, monté un dossier. P escribió la nota de presentación. Sin duda ese breve texto fue lo mejor de aquella compilación. P era adictiva. Me descuajeringaba, me cortaba a cachos, tiraba mis restos al abrevadero donde los gochos y los mitos del norte me masticaban. P me dolió como nunca nadie supo dolerme. Unos meses después de escribir este texto, me dejó. Supongo que en el fondo nos fuimos dejando poco a poco durante años. Más tarde, cuando ya no me acordaba de los naufragios de la juventud, P decidió marcharse para siempre. Lo hizo con ese exhibicionismo congelado del que Ella era maestra. Se marchó desgarrándole el alma a todos los que la conocimos, a todos los que la amamos. Quedan los textos. Aprendí eso de ti, P. Queda lo que uno tiene fuerzas de narrar.




7.- Fotografía de la Fluxus Orquesta (1995). Fundació Tàpies. Barcelona.

Los 80’s fueron una época estúpida. Nosotros, además, llegamos tarde y nos quedamos sin sitio. Locos poetas del acto, desorganizados, sin apenas lugares. Mirábamos a los 70, mirábamos Dadá, mirábamos al cine mudo y a Thomas Mann, y a Godard y al cabaret alemán. Pero ya no eran los 80’s, nadie nos alquilaba, no nos veían.
Una tarde hubo un sitio, hubo un museo para celebrar lo que no tiene sitio en un museo, hubo público, hubo grupo, hubo Fluxus. Allí, durante cinco minutos, parecía que algo estaba empezando aunque lo cierto, es que llegaba a su fin. No éramos nuevos, éramos los últimos. Pero eso lo supimos más tarde, cuando ya no importaba. La estupidez perdió toda importancia aquella tarde, en un museo que cedió un sitio para lo que no tiene sitio.








































8.- Performer que ríe (1995).

El arte y algunas mujeres me hicieron perdedor. Bueno, y mis padres, los jesuitas, la alopecia prematura. Todo hizo de mí un perdedor. También la falta de talento o mi tendencia a la dispersión. Perdedor.
¿Qué arte debe hacer un perdedor? Y lo que es más importante, ¿qué vida?
Pronto encontraría respuestas.

En aquellos días ya lejanos, al poco de acabar los estudios de arte, diez minutos después de las diletancias, cuando dije a todo el mundo que era un perdedor, descubrí la risa.







































9.- Jo Respiro, Horaci (1995).

Un verano me casé con P. Fue el último coletazo de nuestra relación.
A los seis meses P abandonó. Como Hamlet, me batí en duelo contra mi juventud. P se fue pero dejó marcada su inicial sobre mi nombre. P de perdedor.
Como Hamlet, perdedor, asistí perplejo al juego infinito. The play within the play. Los bucles, la cinta de Möebius, el eterno retorno, ¿acaso hay broma más cruel que la que nos lleva al final cuando creemos comenzar?






































10.-M’ (1996).

Llegó el momento de desanudar la corbata, de sacarse de un plumazo toda la pesadez burguesa y buscar para siempre un arte de la levedad, un arte sin ruido ni estridencias, un arte quieto, un arte casi mudo, en blanco y negro.







































11.- Precipitaos a oírlo y avisad a los más nobles para que lo escuchen (1996).

Necios que buscáis el gran arte- me dije – ¡es hora del arte minúsculo!- Soy un perdedor, soy un arte liviano, soy un cuaderno, un lápiz en el bolsillo, un talante. He vivido el fin de mi primera juventud, me dirijo con paso firme hacia los próximos tropiezos. Lo hago ya sin miedos, aunque con cautelas. – ¡Oídme bien, cabrones!-








12.- La Baraja de Tlön (1996).

La vida de uno es la vida de muchos. Fuge Multitudes, fuge paucitatem, fuge unum (Séneca). Dibujé los doce arcanos de un tarot. Leí durante unos meses la vida de los otros, mostrando la mía. Es algo que tomará una inusitada vigencia años después, cuando aparezcan las redes sociales, cuando el periodismo gonzo se vuelva a poner de moda, algo a lo que podríamos llamar postintimidad. Podemos mostrarnos porque nuestra intimidad es el espejo en el que los demás se ven reflejados.







































13.- Performance Metrònom (1996). Mediocre en poco, brillante en nada.

Padre quiso ayudarme a salir del atolladero de la primera juventud regalándome una frase de largas resonancias: -Eres mediocre en poco, pero brillante en nada-.

Le construí un pedestal a la sentencia, la hice grabar 25 veces sobre papel de alta calidad, estuve a punto de tatuármela. Me costó 15 años escupirle a la puta frase.



14.- Espais Digitals (1996).

Acoté la más ínfima de las esculturas posibles. Me contó mi amigo Joan Carles que le había leído a Chillida, que al juntar las yemas de los dedos siempre queda un espacio vacío. Saqué un molde en cera de esos espacios intersticiales y luego los fotografié. El resultado, el documento gráfico de una escultura átomo, hecha con las manos.







































15.- Corazón Binario (1996).

Muestra tus heridas- decía Joseph Beuys. Muéstralas, pero no olvides curarlas. Enseña las cicatrices y cuéntanos su historia.

En la facultad de Bellas Artes un profesor de pintura me dijo: -si quieres una revolución coge el fusil. Si quieres narrar, escribe. Pero si quieres pintar, ¡pinta y déjate de hostias!- Creo que ese día entendí. Abandoné la pintura y caí por el barranco.

A partir de ese momento empecé a dejar lo sublime y a centrarme en la producción de un arte leve. Una tarde, en el estudio de Joan Casellas, nos dio por redactar un manifiesto de letras adhesivas sobre un cono de cartón:

-Hemos creído que es el arte el que soluciona la vida cuando puede ser la vida la que resuelva el arte.
-Queremos profundizar en la idea de un arte sin necesidades.
-Queremos profundizar también, en la idea de un arte prudente.



16-El meu cap damunt la taula (1997).

Llegamos al hotel. E se tumbó a descansar. Empecé a fotografiar la estancia. Al ver la mesita de noche no pude evitar el impulso de exponer mi cabeza al corte de la guillotina. Por una parte “sentaba la cabeza” como reclamaba el entorno familiar; por otra, seguía exponiéndome al certero corte.







































17.-Página Möebius (1997).

Debía resolver todos los entuertos. Entre ellos el debate con lo trascendente. Arrugué repetidas veces un folio DinA4, tatué en esa piel de celulosa la ö de la cinta de Möebius, la ö de Tlön, la ö escandinava. Hice de nuevo una bola con el papel y la metí en el bolsillo. Anduve meses con la bola encima. No pasó nada.




























18.- Wanted (1997) El Corazón Binario.

Joan Casellas me invitó a performear en un nuevo proyecto gráfico. Tenía el corazón partido por la imposibilidad de acertar la combinatoria. Lo había dibujado y ahora lo performeaba. Llené mis lágrimas de rimel y tatué un corazón y un número por cada una de los amores que mi pulmón había tratado. También empecé a comprender la imposibilidad de un “arte prudente”. Un arte “sin necesidades”, era necesariamente un arte imprudente. Comprendí que los esfuerzos por una arte prudente me llevarían a un arte invisible.







































19.- Brazo (1997).

Así, perdedor e invisible, sin religión, reconstruí los mitos de la cotidianidad. En el tendal donde la abuela Rosita secó la ropa de la familia durante 40 años, colgué una reproducción de mi brazo en madera de boj.







































20.- 60 W (1997).

Se extinguía la luz de una manera de entender el arte. La realidad se imponía, a penas cabía el teatralizar los actos de la cotidianidad. Era absurdo hacer performances para un público experto en verlas. Valía la pena hacer un último manifiesto, 60 W.

“Sesenta vatios es la luz necesaria para iluminar un poema. La claridad precisa para verte en la pupila del otro”- escribía Pilar Bonet a propósito del manifiesto visual que pactamos con Casellas.

“Sesenta vatios no pueden llenar el escenario ni mostrar un gran espectáculo. Sesenta vatios no apagan el reflejo de una estrella. Sesenta vatios son suficientes para configurar un lugar”.







































21.- Exilio y literatura (1996).

Lo que hasta ese momento consideraba práctica lateral en mis quehaceres, pasó a ser eje central. Es lo que sucede a veces cuando macheteamos la hojarasca. Un periódico, una revista, eran espacio, eran lugar. A partir de 1996, gracias a Mihaly Des y a Jorge Zetner, empezó la práctica del periodismo-performance. Había sido muchas cosas hasta ese momento, pero gracias a mis nuevos mentores, caminé hacia un exilio. La narración, el dibujo, la no-ficción, eran los lugares de mi nuevo arte. Se acabó performear al estilo teatral. El sitio era el periódico, el acto gráfico, el reportaje.













22.- Bote de crema de cacao (1997).

Apurar hasta la última cucharada. ¿Lo dionisiaco debía quedar excluido de las prácticas conceptuales? El adeudo con el arte de concepto me había desterrado del arte. Una saeta atravesaba la producción del abuelo Duchamp, el sexo. En papá Beuys era el dolor y la fuerza de mostrarlo. En Georges Maciunas todo era puro estómago. ¿Porqué temer a lo dionisiaco, si tras el arte de los maestros del concepto había pura pulsión? ¡A tomar por culo las auras frías! Se acabó la militancia. Estaba fuera del arte, de acuerdo, pero iba a recuperar la pulsión, el Rock'N'Roll, el chocolate. Las sombras serían hogar. Conceptual si, pero sobradamente dionisiaco.






































23.- El exoesqueleto (1998)

Lo suyo era construirse una coraza. Utilizar los miedos de la etapa anterior para coser un pachtwork donde escudarse. Junio de 1998. El procedimiento fue sencillo. Amparado por las ganas de desmantelar la encrucijada laboral, ahora que me sabía de nuevo dionisisaco, le pedí a J, experto empacador, que me ayudara a construir un exoesqueleto. Me debatía entre los apetitos artísticos y las experiencias como aprendiz de museógrafo. Me dañaba la pequeñez de mi arte.

Durante dos horas, J embaló el cuerpo de un perdedor con cartón de doble canal. Permanecer lo más inmóvil posible propició calambres en las piernas. Antes de que J pudiera acabar de envasarle, tuve que pedir que abrieran el molde de cartón. Los calambres eran insufribles. El exoesqueleto, por eso, estaba acabado.







































24.- Caminar (1998).

Me puse a caminar. Caminé los bosques del Montseny ¿Cómo hacer una obra de esa caminata? ¿Cómo dejar que el Montseny hiciera un dibujo a través del caminar? Al llegar a casa fotografié la suela de los zapatos.





















































25.- Beso Bombón (1998).

Construir una familia. Somos granjas de bacterias. El amor es el uso que hacen las bacterias de nuestros cuerpos para perpetuarse. No hay motivo para crear una familia, pero tampoco para no hacerlo. No se trata de la consecuencia lógica después de un largo proceso de reflexión. Se trata de follar y quedarse embarazado. ¿Construir una familia? Ningún enigma; no hay solución, porque no hay problema.






































26.- Angelots Ciutadella (1983-1998)

Revisar los mitos de la infancia. ¿Dónde empezó la conciencia del arte? ¿Empezó en los juegos de la infancia? ¿Se formó en la magia de los bosques?
A los quince años, a mi regreso a Barcelona tras los años vividos en Madrid y en las cumbres asturianas, me vi dibujando esta escultura de Josep Reynes en el Parque de la Ciutadella. Allí, en ningún otro sitio, conjuré con el arte para siempre. Créanlo, así de arbitrario, sin lógica, puro estómago.













27.- Bucle (1999).

Entender los misterios del azar y la vida como círculo. Quise dibujar algo orgánico, visceral. Pasé varios días trazando bucles e intestinos. Me di cuenta de que el montón de virutas que obtenía al sacar punta a los lápices de cera, reflejaba mejor que mis trazos esa necesidad orgánica. Destruí los dibujos, fotografié las virutas.














28.- Bolo alimenticio (1999).

Dejar, esta vez de verdad, que sea la cotidianidad la que construya el arte. Quise hacer una escultura, mi última escultura. Casi todos los días llevaba al trabajo un bocadillo. Tomé cuenta de que podía considerar al envoltorio del bocata, materia prima escultórica. Hice una bola. Día a día. ¿Cuándo parar? En el plazo de unas semanas la bola ya no era bola, era casi pelota, pero todavía no era pelota. En ese instante, en ese estar a medio camino entre dos identidades, paré.






































29.- Hombre bolo cerebro (1999)

Empezaba a ser posible lo que no había sido hasta entonces: ser un dionisiaco con estrategias apolíneas. Pensar, excretar, dibujar, acotar, escribir, encontrar en el periódico, la revista, el fanzine, un sitio para dejar residuos.
El aura, además, era materia que masticar y estirar como un chicle. Enmarcar un reportaje, escanear un dibujo y tirar el original a la basura, trazar rápidamente con una cera y enviarle a nuestro jefe de redacción un dibujo que nunca reclamó y que acabará publicando donde le dé la gana,…







































30.- Hombre altavoz, periodismo punk (1999).

Asumir el periódico como sitio para la performance. ¿Dónde empieza el documento, dónde acaba la obra? La página del periódico es “sitio”. El Perdedor que hay en mi lo anunció a los cuatro vientos, a las cuatro tintas, en blanco y negro, sobre el papel impreso, en espacios digitales, volviendo una y otra vez sobre los mismos temas, sobre los mismos iconos. Hombre solo, planeta, cosmos, interior/exterior, bola, cono, grito/silencio, dolor/placer, vacío, asimetría.













31.- Les Illes Medes (1999).

Reconocer y reconocerse en los mitos. Indagando en ese paganismo de los mitos personales, di con los mares. Dos bañaron mi infancia: el mediterráneo y la mar cantábrica. Me dejé guiar por sus faros e islas. Luego vendría el atlántico. Cuando los mares fueron tres, convergieron dos ciclos.











32.- El último día en la casa del carrer Roselló (1999).

Ver morir el ayer. Abandoné la casa en la que la familia vivió durante 40 años. Me encerré en la vivienda vacía y fotografié las estancias. Clausuraba uno de los grandes arcos argumentales de mi vida. En 1999 nació mi hija Maria, expuse obra en la galería Espais de Girona, me reconocí en los renglones menores del arte y cerré a cal y canto la casa familiar.






































33.- El tarambana (2000).

Primer dibujo del nuevo arco argumental. El dibujo de un arte pequeño, excéntrico, solipsista. Ya no formaba parte de ninguna comunidad del arte. Ya no firmaba manifiestos ni militaba. El tarambana cerró un ciclo campesino, y abrió otro marinero.

(En la vida se pueden ser dos cosas, campesino o marinero. El campesino vive para el patrimonio, necesita un lugar, construir con coherencia, sumar. Se enfada con las tormentas que le anegan los cultivos. El marino no tiene silla. Vive en movimiento, sin patrimonios, en ruta. No se enfada con las tormentas, simplemente las soporta y las deja pasar).












34.- Vuelo de la casa del performer (2000).

De la calle Roselló en Barcelona a las Asturias de P. De allí al Maresme. Del mar interior a la calle Roselló de nuevo. Después, hasta el año 2004, al refugio de Poble Nou. Cuando se rompió la relación con E, retitulé este dibujo maldito, me marché de Poble Nou, dejé para siempre la ciudad. Desde entonces vivo en un bosque, cerca de un acantilado, de un horizonte marino, y temo a los zeppelines.












35.- Maria bebé (1999).

Nació la hija del mar. A los seis meses de nacer subimos al Matagalls (1696 m). Alcé al bebé y la ofrecí al Sol: -estas serán las tierras que te apadrinen-
Fuí padre y ya nada volvió a ser lo mismo. Maria bebé, me enseñó nuevas formas de amar y de temer.







































36.- Leyenda en el estudio de Poble Nou (2000).

Penúltima regeneración. Vacié el estudio. Fuera trastos, a la basura todos los cachivaches, fotografías, dibujos, esculturas, anhelos artísticos,… Con el dedo manchado en chocolate, escribí sobre la pared los siete pilares de un nuevo hacer.







































37.- Un cómic con Ernest Jünger (2001).

El ácrata vive en soledad, a diferencia del anarquista que necesita de una sociedad que le circunde para desarrollar su plenitud destructiva. Este pensar, tan bien expuesto por el incómodo Ernest Jünger, podría ser uno de los pilares sobre los que me encaminé hacia la vida en los bosques. Indagar tanto en el exterior como en el interior, ser imperturbable al desánimo como Búster Keaton, reconocer el arte como atmósfera y respirarla con cautela.













38.- Buzo cartón (2002).

Cuando niño tuve un muñequito articulado Madelman, vestido de buzo. Sumergirse en la psique es rescatar a ese buzo que nadaba en el fregadero de la cocina de la infancia. Encontré por azar una imagen de Búster Keaton vestido de buzo. Keaton, maestro de clowns y performers, es el hombre no-hacedor. Me sentí afortunado al encontrar en una sola imagen el resumen de dos enseñanzas: la no-acción y el pensamiento buzo.







































39.- Portada de la revista Lateral (2002).

Inventé el periodismo buzo. No se trataba de inmiscuirse en la crónica hasta convertirse en parte de ella. En eso Hunter S.Thompson era el auténtico perito. Se trató de entremeterse hasta que la crónica te destroza, te desmonta y te obligaba a rehacerte. Es la única manera de dar voz a los que no tienen; que el arte duela.







































40.- Hércules (2002).

¿Dónde empieza el documento, dónde acaba la obra? ¿Existe original y copia en el arte de la performance? ¿Vale la pena cargarse sobre las espaldas el peso de ese debate?








































41.- Performer bajando la escalera en una página del periódico El Mundo (2003)

Una fórmula típica del arte de la performance es la mezcla de temas y géneros, es el saber forzar las situaciones para dar respuestas a preguntas que nadie enunció. Fuí, durante años, un performer de incógnito que trabajaba en revistas, periódicos y museos.













42.- Cajas de embalaje (2004)

Había otro debate que resolver, la dicotomía entre vida laboral y proyecto artístico. Sin darme cuenta, llevaba trabajando en la trastienda del arte una eternidad. Empacando obras, montando exposiciones, asesorando a museos e instituciones culturales. Era un sustento pero acabó por ser un camino. Es extraño, acabó por haber dos senderos paralelos que se podían vivir sin contradicción. Había escapado de la escena del arte para vivir un arte “obsceno”.












43.- Esquema de la casa del performer (1997-2004)

E se iba. Al principio Pensé en una vida campesina. Tenía hogar, labor, esposa, hija, una vida que resolvía el arte. Creía saber la ciencia de los lugares y así lo dibujé. Pero un demiurgo desmoronó aquel castillo de naipes. La casa del performer voló en zeppelín de chocolate. Perdí, comprendí, más el proceso fue triste y lóbrego.















44.- Wu Wei (2005).

Tao es la confianza en la vida. Acción a través de la inacción. Haz pero no seas el hacedor. El futuro nunca llega porque lo que siempre llega es el presente. Las claves de la vida marina. Parece mentira, había necesitado 37 años para aprender a leer la narración de mis días.







































45.- 10 things to do before I die (2005).

Si reducimos a 10 columnas, ¿qué nos queda? El diseñador Sagmeister había jugado con ironía a contestarse la pregunta. Copié el juego. El papelito endiablado en el que escribí mis diez pilastras se convirtió en una prisión. Mantengo desde entonces una relación tensa con ese papelucho, pero no hay manera de deshacerse de él. Es el tipo de contradicciones que nadie entiende muy bien, pero tanto me definen. ¿Cómo puede seguir el tao el que traza un plan en diez puntos?














46.-Cercle Tokio (2005-2008).

Se cerraba para siempre la juventud. No se cerraba el R'N'R.

En un viaje a Tokio en el 2005, en los días del zeppelín de chocolate, me agoté de ser hacedor. Compré un círculo de papel de arroz. Estuve tres años sin saber que dibujar en ese círculo, hasta que comprendí que esa era precisamente la obra. Mostrar la imposibilidad.









47.- El transeúnte, tira cómica (2005).

Me sabía performer, dibujante, reportero, marinero. Y pensé que transitar era una identidad, que caminar era una patria.

Apareció M. Se convirtió en la inicial sobre la que abrir un nuevo ciclo. M era el pirineo, el mar bravo, el viento tarifeño, la resistencia de la piedra vieja, la sensualidad, la capacidad de supervivencia. M de madre. M de Montseny, M de retorno al bosque.












48.- Currículum (2005).

Entonces dicté y dibujé un balance cachondón. Un currículum con todas las ideas, para librarme de todas las ideas. A la gente le hizo mucha gracia, a mi no tanta. Pero ese currículum me liberó. Esta claro, amable lector, que el arte de un perdedor es un arte del escapismo.





































49.- Lucía bebé (2006).

Los hijos se tienen así. Son ellos los que deciden cuando vienen. En una cabaña de Cádiz fue concebida Lucía, el primer rayito de luz del día. Fue justo en una esquina del mundo donde el mediterráneo choca con las corrientes atlánticas. Pero Lucía quiso venir en el Montseny, tras un parto difícil, entre duendes, nereidas y dones d’aigua. A los tres meses, la bañamos en las playas mediterráneas.







































50.- El tigre de Snapur (2006).

Performer, aprendiz de museógrafo, dibujante, periodista buzo. El periodismo buzo consiste en lanzarse sin temor a la crónica aun sabiendo que esta nos puede destrozar. El periodista buzo se deja dañar para que los dañados no queden sin voz.

Llevaba años queriendo recordar cómo se llamaba aquel film donde una bella danzarina hipnotizaba a golpes de cadera a una enorme serpiente. Ese mes, sin aviso, TV retransmitió en sesión golfa, los dos films de Fritz Lang. A los ocho años mis padres me prohibieron ver tal lascivia. Salí de la habitación a hurtadillas y descalzo, en el pasillo, vi la inolvidable danza de la serpiente. El tigre de Snapurla Tumba India. Exotismo, sensualidad, mitos femeninos, prohibición, infancia. El periodismo buzo admite que hay palabras que evocan y nos inundan.






































51.- El Endurance y Shackleton (2007).

Resistir es un poderoso acicate moral. Si uno busca en lo más recóndito, sobrevive. Porque no nos engañemos, el mamífero primitivo que habita en nosotros sólo busca cubrir carestías elementales. Dijo Epicuro: la sabia naturaleza hizo fácil lo necesario y complicado lo superfluo. Es la cultura la que se encarga de maquillar las insuficiencias hasta hacernos blandos. ¡Nunca la bandera arriada, nunca la última empresa! ¡Odio la blandez!

Quien resiste gana- me dijo M.







































52.- Desnudo cartón (2007).

Una frase de Tsang-Tao: “El surco de tus nalgas es la sonrisa de la vida”. El que ama, duerme a la orilla de un abismo. Querer vivir en el instante me hizo perdedor no pocas veces. Al final, cuando el último círculo se cierre, espero poder decir que viví mis días con todas sus texturas.







































53.- A bout de soufflé (2007) Godard Padre.

Al final de la escapada. Al final está Jean Seberg o su condena. Porque la pasión es acicate aun más poderoso que la resistencia. Este film de Godard es una obsesión para perdedores emponzoñados. Godard, padre. Un enorme teórico del cine se pone a dirigir por primera vez, se da cuenta de que no sabe nada de cine, y le sale una obra maestra. Esa es la leyenda que el propio Godard difunde. Lo cierto es que Godard es un minucioso realizador y un hábil publicista. Hay varios trailers del film. Son pura emoción. Godard conceptual, si, pero sobradamente dionisiaco.

A bout de soufflé es, sobretodo, veintitantos largos minutos de conversación en la habitación de un hotel. Reducir la vida a una habitación de hotel, unos cuantos paseos por la ciudad, unas sábanas, dos cuerpos bellos, un libro de Faulkner. Belmondo, más instintivo que reflexivo, atiende a los requerimientos de su joven perdición: -Between grief and nothing, I will take grief- lee con precisa dicción la bella.

Entre la pesadumbre y la nada, Belmondo (Godard) elige la nada. “No es que sea mejor. Pero la pesadumbre es un compromiso. Yo quiero todo o nada”.







































54.- Dibujante y musa (2007).

Siempre busqué una abstracción en el cuerpo del otro, siempre busqué una emoción.








































55.- El pinaconauta: Urbe (2008).

El arte secreto y la crisis de los 40. El verano en el que me casé con P fuimos de luna de miel a Paris. Allí inicié una serie de óleos secretos.






































56.- No Man’s Land (2010).

Hay un demiurgo guasón que, cuando creemos llegar al final, nos lanza de nuevo a un comienzo. Practica el no-hacer, dibuja, sé buzo, sé honesto. Que nadie pueda decir que mentiste con tu arte, aunque tu arte y la vida te partan por la mitad.













57.- Humus (2009).

Final de otro ciclo. Me entierro para que el humus del bosque nutra o para lactar con mi podredumbre al sotobosque. Tras una performance hay siempre un hombre que convoca a los demiurgos.












57 bis.- Exvoto (2009) Foto de Jordi Piñol.

Nunca abandoné la performance. Dejé la dramaturgia y la escena, pero no la poesía del acto.

La performance es catalizadora del acontecimiento. Introduces un elemento extraño en el discurrir y ¡zas!, empiezan a pasar cosas. Lo que sucede escapa al control del performer. Performear es convocar la magia.







































58.- Tatoo (2005) 


¿Puede haber una performance que trascienda al hombre?
Reuniré a diez amigos. Les pediré que se tatúen conmigo la calavera performance, bandera pirata de la libertad performática. Un único compromiso: antes de morir deben traspasar al menos a una persona el tatuaje.







































59.- Herzog y la conquista de lo inútil (2007-2010).

El cine de Herzog se enmarca en el dilema entre lo que supone hacer algo y las dificultades para hacerlo. Herzog es un superviviente, es un caminante incansable que filma “para los que tienen sentido poético. Para los peregrinos. Para los que pueden contar un cuento a un niño de cuatro años y mantener su atención, para los que sienten fuego en su interior”. El arte es una fiebre, un compromiso, una dificultad.






































60.- Contrato humus estruch (2010).

La primera vez que mostré mis trabajos de manera individual fue en el bar de La Virreina, Barcelona, 1988. Candy fue la segunda exposición individual, en la Galería Espais de Girona, en 1998-99. Ese año tomé la determinación de trasladar el arte a la cotidianidad, huir del difícil mundo comercial (mis tropiezos afectivos con el mismo me resultaban insalvables), dibujar una carrera artística sin obras o con obras totalmente imbricadas en el día a día, construir una trayectoria artística con acciones y relatos. Desde entonces he tenido dos hijas, me he divorciado dos veces, he trabajado como art-handler en algunos de los principales museos del mundo, escribo crónicas culturales y dibujo para diversos medios, me he trasladado de casa por lo menos cuatro veces, he creado y alimentado un vasto archivo de imágenes y documentos que sigue creciendo, he escrito un primer libro (La Trastienda del Arte) y he concentrado gran parte de estas multiplicidades en dos blogs.

Soy un artista menor. De alguna manera entendí que para seguir entusiasmándose con el arte, debía dejar de producir objetos y pasar a gestionar acciones. Con este contrato me lanzo definitivamente hacia un arte de la pequeñez y lo leve.

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Agradecimientos

HUMUS / Performance con P de Perdedor surge a partir de la muestra Humus. A retrospective in a corner , proyecto que no hubiera sido posible sin el empeño de Oscar Abril Ascaso, amigo, gestor cultural, performer, músico, que me invitó a mostrar en retrospectiva, mis trabajos de performance en la NauEstruch de Sabadell en la primavera del 2010. Agradezco también a Joan Casellas, fiel compañero en mil batallas performátivas; casi todas las fotos en blanco y negro pertenecen a AIRE, su archivo fotográfico. Gracias a Joan Carles Punsola, con el que coincidí en aventuras artísticas durante más de una década. Gracias a Pilar que fue musa primero, compañera, ausencia al final. Gracias a BZ, performer maestro, a Mihaly Des, Robert Juan-Cantavella, a Jesm compañero art-handler, a Mathias Enard que se quedó mi Curriculum del 2005, a Jordi Piñol que me siguió con su cámara en la más mística de mis performances. Gracias a los que me acompañaron en silencio, a lo invisible, a lo lejano. Gracias a los bosques del Montseny que me cobijaron durante 14 años no sin exigencias, a Werner Herzog que es talisman e inspiración, a Godard que me encerró para siempre en una habitación de hotel, al dibujar que es mi vocación, a la trastienda de los museos que se ha convertido en una profesión. Gracias a M que me enseña cada día que "quien resiste gana". Gracias a Maria y Lucía, mis hijas, sois mi guia.

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