Die Brücke
1982
“Lo grande en el ser humano es ser un puente, no una meta”. Lo dijo Nietszche en Zaratustra o lo dijo el pintor Heckel citando al filósofo alemán.
Le arranco el característico marco Polaroid a un retrato de mis catorce años. Busco los límites al negativo, acoto los sueños del adolescente. Todas las buenas historias empiezan en la infancia. Es algo que aborrezco como lector. Estuve tentado en más de una ocasión de abandonar un libro o saltarme páginas para llegar rápido al nudo argumental. Supongo que le tengo manía a los preámbulos, quiero meterme en cuestión lo antes posible. Hete aquí que me dispongo a escribir una historia con fotos y me quiero saltar todos los preámbulos, pero veo en la mirada de un adolescente el peso de las infancias.
Primer verano
Veintiocho años después empieza un verano. Con edad fui apreciando los preámbulos. Hay proemios sin desarrollo. Nudos y desenlaces que no llegan. Cuando la narración queda abortada el preámbulo adquiere nuevos tintes. Si uno lee con atención las narraciones que nos rodean, descubre estructuras complejas incluso en los preámbulos más obvios. Hay preámbulos que tienen preámbulo, y luego se anudan, y al final se desenlazan. Hay narraciones que no llegan y está bien que no lleguen, pues sólo fueron preámbulo. Hay puentes que unen dos tiempos alejados o se saltan el tiempo de un territorio que nos fue vedado. Ayer tuve catorce años en lejanos campos de centeno. Veintiocho años después de nuevo la segadora empaca el cereal, como han hecho siempre las segadoras.
Pueblo
Utilizo un film caducado. Polaroid cerró pero unos locos distribuyen aún los stocks antiguos. La luz quema la película y dificulta los resultados nítidos. El mecanismo de la SX-70 es sencillo a la vez que parco. Fotografío una de las vistas que oteo desde la terraza de mi estudio. Sumerjo en agua caliente la copia y distorsiono la imagen.
En alemán brücke (puente) es una palabra de género femenino. Die Brücke es mi movimiento artístico predilecto. Luego, Fluxus. Si, ya sé, extraña mezcla. Goya está a medio camino entre Brücke y Fluxus (rarísima tesis, lo sé), junto a Beuys, Tàpies, el Picasso último, Duchamp, Robert Crumb, Buster Keaton, Kiefer, Joann Sfar. Creo que esta es una fotografía muy Brücke. Mi idea de lo rural no es romántica, aunque vivir en Pueblo sea el contrapunto a los excesos de la Polis.
Piel
M duerme tramposa. Nuestro dormitorio está en el piso superior y en verano el sol del mediodía castiga el tejado. Quiero robarle el sueño pero abre los ojos en cuanto activo el disparador de la Polaroid. Los primeros minutos del autorevelado requieren de completa oscuridad. Guardo la copia en un bolsillo, mientras rozo y licuo los pliegues de la piel de M.
La foto que ríe (Lucía deconstruida)
Baño en agua que hierve la imagen en papel. Raspo ácidos y separo la membrana impresa del acetato que la sustenta. Manipulo con cuidado esa piel fotográfica. Dibujo con ella un muro que se descoyunta. Me alegra hacer fotos con las manos. Acaricio la cutícula arrebatada para tensar el rostro de Lucía y así evitar que su sonrisa se derrita. Pierdo las proporciones de su cuerpecito, se me escapan las sombras, se diluye el color, pero tengo pura acción gráfica y una fotografía que ríe.
La foto junto al tocador
En el film caducado que comercializa The Impossible Project aparecen múltiples defectos de revelado. M se atusa el pelo junto al tocador. Planteo la foto en términos clásicos, buscando el punctum y dejando que la luz defina los volúmenes. Disparo y la química del film actúa. Acepto la foto como viene. Con cualquier otra cámara estas fotos serían un fracaso. Polaroid le saca la belleza a todos los defectos. Dice el fotógrafo Joan Fontcuberta que “el acto de creación más genuino consiste en asignar sentido a las imágenes existentes”.
Retratos de brujas
Utilizo el nuevo film PX 100 Black&White que comercializan los Impossible. Mi cámara se convierte en una vieja estenopeica de finales del XIX. Amo ese tono desenfocado ligeramente sepia de las nuevas copias. Suprimo el marco blanco de las copias en papel para incrementar el viaje al pasado. A pesar de que busco una luz tardía en el frío otoño del Montseny, la claridad nívea se apodera de las imágenes borrando lo superfluo y acentuando la esencia del retratado. Mis tres brujitas son todo mirada.
Un circo en el bosque
En los expresionismos el tema siempre es externo al pintor, aunque el trazo es manifestación de su interior. No tengo una idea trágica ni sublime de la naturaleza. Centro toda la atención en el humus, en los casi infinitos pequeños instantes del sotobosque. Hay guerras y podredumbres a pocos centímetros del suelo. Pero también hay risas y riquezas. Dejémonos de tapujos y circunloquios. La foto de un circo en medio de un bosque es un canto a la singularidad. Diez fotos Polaroid pueden ser escenario y puente. A los 42 uno no debe redactar gilipolleces. Si no existe libro publicado, cae sobre el escritor el peso de un primer libro que justifique el silencio anterior. No cuentan artículos, blogs, libros que esperan en el cajón, performances, dibujos, la labor en museos… Las grandes fábulas del bosque suceden bajo las setas, en las hondonadas, dentro de cuevas y grietas de árboles, en pozas del río, pero necesitan ser narradas. Diez fotos Polaroid pueden ser escenario y puente.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada